Neumonía: síntomas, diagnóstico y tratamiento

La neumonía es una infección que inflama los pulmones y puede aparecer de forma repentina. Si sientes fiebre alta, escalofríos o dolor al respirar, lo más seguro es que estés frente a un cuadro que necesita atención médica. No esperes a que los síntomas empeoren; acudir pronto al doctor reduce el riesgo de complicaciones graves.

¿Cómo reconocerla?

Los primeros indicios suelen ser tos con flema amarilla o verde, dificultad para respirar y una sensación de agotamiento constante. También puedes notar dolor en el pecho que empeora al toser o al inhalar profundamente. En niños pequeños la fiebre alta sin causa aparente es una señal importante. Si notas alguno de estos síntomas, anota cuándo empezaron y cuántas veces has tosido; esa información ayuda al profesional a decidir qué pruebas solicitar.

Opciones de tratamiento y prevención

El médico puede pedir una radiografía de tórax para confirmar la infección y determinar su extensión. Dependiendo del tipo de bacteria o virus que cause la neumonía, se recetará antibiótico o antiviral. Es fundamental seguir la dosis completa aunque te sientas mejor; interrumpir el tratamiento pronto permite que los gérmenes sobrevivan y vuelvan a multiplicarse.

Además del medicamento, descansa mucho, mantén una hidratación adecuada y evita fumar o estar en ambientes con humo. Los adultos mayores y personas con enfermedades crónicas deben vacunarse contra la gripe y el neumococo; esas vacunas reducen notablemente la probabilidad de desarrollar neumonía.

Si tienes dudas sobre los efectos secundarios del antibiótico, habla con tu farmacéutico o médico. Pregunta cómo tomarlo (antes o después de comer) y qué alimentos pueden interferir. Un buen control de la temperatura y una alimentación rica en frutas y verduras favorecen la recuperación.

En resumen, reconocer a tiempo los signos de neumonía, acudir al centro de salud para un diagnóstico preciso y seguir el tratamiento indicado son las claves para superar esta infección sin mayores problemas. Mantén tus vacunas al día y cuida tu estilo de vida; así reduces mucho el riesgo de volver a enfrentarla.